“La vigilancia es nuestra primera línea de defensa”: Jairo Méndez en XI Simposio Colombiano de Virología
El asesor regional para Enfermedades Virales de la Organización Panamericana de la Salud abrió el simposio con una conferencia magistral centrada en la reemergencia de la fiebre amarilla en las Américas.
En el Coliseo Los Fundadores de la Universidad del Norte, Jairo Méndez Rico (JM) —asesor regional para Enfermedades Virales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), con sede en Washington— inauguró el XI Simposio Colombiano y VII Congreso Latinoamericano de Virología, organizado por la División de Ciencias de la Salud, con una conferencia magistral centrada en la reemergencia de la fiebre amarilla en las Américas. Su intervención abrió tres días (13, 14 y 15 de noviembre) de discusiones académicas sobre epidemiología, salud pública, virología molecular, inmunología, desarrollo de vacunas y patógenos emergentes, con participación de expertos nacionales y regionales.
La conferencia inaugural, titulada Fiebre Amarilla en las Américas: Emergencia y Respuesta Regional, puso en primer plano la necesidad de fortalecer los sistemas de vigilancia, mejorar las coberturas de vacunación y entender cómo los cambios ambientales y las dinámicas humanas están impulsando el retorno de esta enfermedad en áreas donde no se esperaba.
En los últimos años se ha observado un resurgimiento de casos de fiebre amarilla en América Latina. ¿Qué factores están impulsando este retorno?
JM: La fiebre amarilla no es un virus nuevo, históricamente ha tenido un impacto importante en la región. Sin embargo, en los últimos años hemos visto brotes en sitios inesperados, como ocurrió en Colombia, en el departamento del Tolima, desde finales del año pasado y ahora hasta mediados de 2025. Los factores son múltiples. Desde el componente ambiental, el clima ha facilitado que los vectores selváticos se adapten a nuevos nichos. Pero el factor humano es crucial: estamos entrando cada vez más en áreas selváticas por deforestación, construcción, agricultura, deportes o turismo ecológico. Ese ingreso a zonas donde circula el virus naturalmente —entre mosquitos selváticos y primates no humanos— expone al ser humano a una infección que puede ser letal. Por eso, desde OPS trabajamos en fortalecer los mecanismos de vigilancia y respuesta para controlar los brotes lo antes posible.
La fiebre amarilla tiene una vacuna segura y disponible desde hace décadas. ¿Por qué persisten los brotes?
Aunque la vacuna es muy segura y eficiente, su producción no es alta y normalmente solo contamos con dosis suficientes para las campañas de rutina. A eso se suma un problema clave: la comunicación. En muchos casos, la gente no cree en las vacunas o desconoce la importancia de vacunarse cuando vive o ingresa a un área de riesgo.
Si una persona entra sin vacunarse a un lugar donde hay actividad de fiebre amarilla, se expone innecesariamente. Por eso insistimos en comunicar mejor por qué es necesario estar vacunado si se vive en zona de riesgo o si se realizará un viaje a áreas selváticas. Ese es un mensaje central: la vacuna es segura, eficiente y fundamental para prevenir la enfermedad.
¿Qué desafíos afrontan los países en términos de cobertura, vigilancia y respuesta oportuna?
El desafío está en usar de manera eficiente las dosis disponibles, asegurar que quienes están en riesgo estén vacunados y reforzar la vigilancia epidemiológica y entomológica. Sin una buena comunicación y sin confianza en la vacunación, los esfuerzos de control se debilitan.
Usted mencionó la vigilancia genómica. ¿Qué aportes concretos hace hoy esta herramienta al control de la fiebre amarilla y otros arbovirus?
La vigilancia genómica existe desde hace años, principalmente en la academia, pero con la COVID-19 se volvió indispensable. En arbovirus como dengue y fiebre amarilla permite analizar patrones de evolución del virus, identificar marcadores asociados a mayor gravedad y detectar tempranamente cambios que podrían permitirle adaptarse a vectores urbanos.
Esto último es crítico, si el virus llegara a readaptarse a mosquitos urbanos y causar fiebre amarilla urbana, sería un escenario de gran riesgo. Además, la genómica es clave para estudiar casos posvacunales y determinar si hubo mutaciones en el virus vacunal atenuado.

¿Cuáles son hoy los desafíos más urgentes para América Latina frente a virus emergentes y reemergentes?
La vigilancia. Identificar y detectar a tiempo cualquier virus emergente —arbovirus, respiratorios o hemorrágicos— permite actuar con medidas de control oportunas. Pero la vigilancia es un sistema completo: requiere compromiso político, vigilancia epidemiológica y de laboratorio robusta, detección temprana, respuesta rápida y trabajo en redes. También es esencial reportar oportunamente, según el Reglamento Sanitario Internacional, cualquier evento inusual que pueda afectar a países vecinos.
Usted habla de interdisciplinariedad. ¿Qué roles deben jugar áreas como la comunicación, la antropología y las ciencias sociales en la preparación frente a emergencias?
Son esenciales. La fiebre amarilla es un ejemplo claro de intersectorialidad: salud humana, animal y ambiental. Pero también necesitamos comunicadores, líderes comunitarios y antropólogos para llegar realmente a las comunidades y hablar su lenguaje.
Ellos conocen mejor su territorio y pueden alertar cuando algo se sale de lo normal. Sin una comunicación efectiva es muy difícil lograr que las comunidades entiendan el riesgo y colaboren en la detección temprana.
¿Qué oportunidades representa para Barranquilla y la región Caribe acoger este congreso de virología?
Es un escenario perfecto. Realizarlo en una universidad demuestra el compromiso de la academia con la salud pública. La salud humana, animal y ambiental están interconectadas, y necesitamos trabajar juntos. La academia tiene un papel fundamental: aportar investigación, generar conocimiento y colaborar en estrategias para fortalecer la respuesta regional. Desde la OPS estamos listos para apoyar ese trabajo conjunto, porque sin la academia la salud pública no puede funcionar plenamente.
¿Qué mensaje desea dejar a los asistentes del simposio sobre su responsabilidad frente a los virus emergentes?
La primera responsabilidad es con nosotros mismos. Si voy a entrar a un área con actividad de fiebre amarilla, debo estar vacunado. Pero también la comunidad tiene un papel fundamental: cuando ven enfermedades inusuales o comportamientos anormales en su entorno, deben informarlo oportunamente.
Todo esto depende además del compromiso de los tomadores de decisiones. Fortalecer las cadenas de vigilancia y promover un trabajo intersectorial compacto es clave para enfrentar los desafíos actuales.
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